
Binissalem, Casa Llorenç Villalonga, sábado 19 de julio de 2025
Espectáculo y emoción
Ciclo La lluna en Vers. Clara Peya: «Corsé»: con Aina Zanoguera y Carmen Aciar (voces), Adrián González (teclados) y Dídak Fernández (batería)
Por Fátima Yráyzoz
Nena Carbonell (ver galería)
De virtuosismo, emoción y comunicación directa y sincera fue el viaje catártico que pudo experimentar quien asistió este pasado sábado al espectáculo dirigido por la pianista y compositora catalana Clara Peya. Acompañada magistralmente por las voces aterciopeladas de la mallorquina Aina Zanoguera y la argentina Carmen Aciar, además de los teclados de Adrián González y la extraordinaria batería de Dídak Fernández. La expectación levantada por su actuación en el jardín de la Casa Museu Llorenç Villalonga en Binissalem hizo que el cartel de entradas agotadas colgara desde días antes. Un exitoso espectáculo que llega en el ecuador del atractivo ciclo La lluna en Vers, que continuará hasta el próximo mes de septiembre.
A pesar del retraso sobre la hora prevista y de las temperaturas estivales que no daban tregua, la artista supo sobradamente compensar a un heterogéneo público con un espectáculo de casi dos horas en el que no tuvo prisas por finalizar: “Este es como un bonus track de la gira que venimos haciendo desde hace más de un año”.
Peya es una de las pianistas y compositoras más prolíficas en lo musical y también como dramaturga (Premi Nacional de Cultura de Catalunya en 2019). Difícil de etiquetar, justamente huye de todo lo normativo. Siempre implacable a la hora de ofrecer un potente discurso feminista y transgresor, no duda en utilizar el arte como instrumento de cambio.
Refiriendo al título de su trabajo Corsé (Vida Records, 2023) la artista apareció en escena casi oculta, de espaldas al público, al frente de su piano, ataviada con un ajustado corsé. Un elemento que vincula a la opresión, usado en tiempos pasados para falsear la imagen y entrar en los cánones estéticos. Como genial poeta que es, Peya realiza un excelente juego metafórico a través de los trece temas del álbum (interpretados en el disco por trece reconocidos artistas, desde Sílvia Pérez Cruz a Albert Pla, entre otros), exhorta y diserta sobre el dolor, e incluso sobre la violencia en el concepto de la perfección que nos impone la sociedad. Un alegato para todos los seres considerados ‘imperfectos’ que se rebelan contra la normativa sádica imperante. Un discurso de género implícito que ella protagoniza abiertamente.
Las composiciones buscan sobre todo emocionar y remover las conciencias. De ahí que en sus primeras intervenciones no dudara en manifestar con toda naturalidad su Yo emocional: ‘Em sento buida’ (‘Me siento vacía’, repitió en varias ocasiones).
Las composiciones buscan sobre todo emocionar y remover las conciencias. De ahí que en sus primeras intervenciones no dudara en manifestar con toda naturalidad su Yo emocional: “Em sento buida” (“Me siento vacía”, repitió en varias ocasiones). De ahí, consciente de su valor de personaje público, el expresar el horror que le provocan situaciones de violencias que vivimos hoy en día, como el genocidio en Palestina. De la denuncia a la debilidad más íntima, reconociendo sus dudas e inquietudes a la hora de componer. Y sobre todo, generosa al afirmar que sus composiciones dejan de serlo en cuanto son interpretadas, pasando finalmente a ser del público.
Las voces de Aina y Carmen, tanto en solitario como al unísono, jugaron con elegancia y fluidez en las letras en castellano y catalán. Temas como «Sota les dents», «Abrir la luz» o «Les flors» se fundían a la perfección en un viaje donde los sonidos primitivos y tribales de tambores, a los que Peya se unía al compás, se elevaban con los más eclécticos de los sintetizadores acoplados por los teclados, sobre el compás siempre latente de la batería. Durante el directo, la cantante fue soltándose y quiso seguir mostrándose, incluso desvelando algunas de sus manías u obsesiones, como reconocer que le gusta contar casi de todo, aunque sean las cosas más efímeras. De ahí, «Maldita mi imagen».
El arte de Clara Peya es convertir la dureza de sus estrofas poéticas en belleza. Como ella misma confiesa: “Mi música apuesta por desahogarse, embriagarse, por el deseo y por el amor”. Con un repertorio bien estructurado de principio a fin, en el que todos los detalles estaban medidos, desde el movimiento de los músicos sobre las tablas a los momentos de flash y oscuridad de las luces. Tras la ovación del público en pie e interpretar dos bises, volvieron a subir a escena. Como regalo de cierre, la bellísima «Nana para mí» interpretada por Zanoguera: “Cántame bajito / algo tan bonito / como el mar de una caracola / que se mece en la siguiente ola (…) Si dormir / es lo opuesto a sufrir / yo dormiría toda una vida / gravitaría toda una vida”, decía el estribillo a modo de mantra. El efecto fue el esperado: gravitamos con toda la banda. Gracias Clara por hacernos sentir una noche inolvidable.
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